🌿 El alimento que más enferma no se come, se piensa



Ilustración de perfil humano con la cabeza abierta como vasija de cerámica, de la que emergen ramas verdes, flores suaves y luz dorada, simbolizando la nutrición emocional y el poder sanador de los pensamientos positivos. Fondo neutro y realista.



Hay pensamientos que alimentan… y pensamientos que envenenan.
Aunque solemos cuidar lo que ponemos en el plato, pocas veces cuidamos lo que ponemos en la mente. Sin darnos cuenta, cada pensamiento que repetimos es una especie de “bocado emocional” que nuestro cuerpo digiere.

Las preocupaciones constantes, los miedos, la culpa o la comparación son como alimentos ultraprocesados mentales: se ven inofensivos al principio, pero con el tiempo intoxican silenciosamente.
El cuerpo, que siempre escucha lo que la mente dice, reacciona. Se tensa, se inflama, se enferma. No distingue entre una amenaza real y una imaginaria: si la mente la cree, el cuerpo la siente.

Cuidar lo que pensamos es una forma profunda de nutrición. Así como elegimos frutas frescas o alimentos naturales, también podemos elegir pensamientos más ligeros, más amables. Pensamientos que no pesen, que no hieran, que sanen.

Piensa en esto:
¿De qué te estás alimentando hoy, mentalmente?
¿Estás repitiendo ideas que te hacen bien o pensamientos que te drenan?

Conclusión

Tu mente también tiene hambre… hambre de paz, de descanso, de confianza.
Cuando la alimentas con pensamientos amorosos, el cuerpo florece, el ánimo se equilibra y la vida se vuelve más ligera.
Recuerda: no solo somos lo que comemos, también somos lo que pensamos.
El alimento que más enferma no se come, se piensa.
Y el que más sana… se siente desde el alma. 

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